¿Qué es la vida? ¿Los caminos que se toman o los que se dejan? ¿Qué nos define? ¿Nuestras experiencias o nuestros anhelos? Todas estas preguntas nos hacemos mientras Javi y Blanca, narradores de la novela de Fernando Benzo, nos llevan a un viaje a la vida, a la amistad, al amor, a las renuncias y a los secretos.
Los Viajeros de la Vía Láctea es una entrada al corazón de una época germen de muchas bandas sonoras de vidas actuales. En la novela, su autor utiliza la música como expansión de momentos, lugares, personas enriqueciendo definiciones vibrantes para los amantes de los buenos acordes.
Seguimos a un grupo de amigos a través de la vida, en su búsqueda de la felicidad que según Jorge “sólo requiere decisión”, y a la convicción de que llega un momento en la vida en el que debemos elegir quien deseamos ser el resto de los años que nos quedan por vivir.
Desde mi punto de vista Los viajeros de la Vía Láctea podría haberse titulado también “Rituales de apareamiento en el Madrid posmoderno y sus consecuencias” ya que por momentos se nos presenta como un ensayo antropológico del regocijo y de la decepción frente al espejo de las pasiones más carnales.
Aunque cuando acabas de leerlo sabes que en realidad su título galáctico es el que debe ser, el que te lleva en línea recta y a toda velocidad hacia la Libertad como esa vespa roja de la novela. Pero hay algo que no debemos olvidar: nunca es tarde para subirse a una estela.
Imagen de portada: Syaibatul Hamdi en Pixabay