Yo tuve un padre

Yo tuve un padre

Yo fui hija de un padre y hubo un padre que fue mi padre que un día tuvo una hija. Y esa hija fui yo. Es un hecho. No hay duda, fue así. De pocas cosas puedo estar tan segura en esta vida… ¿Cómo lo sé? Pues, lo sé.

Sin duda el primer indicio llegó cuando mi madre me lo contó, pero más tarde llegaron otros… otros síntomas de que yo había tenido un padre.

Mis ojos almendrados llenos de curiosidad por el mundo, mis manos de dedos largos que hablan en italiano, mi elevación de ceja de desprecio o indiferencia (intento no hacerlo, pero se me escapa) … Todo eso que habita en mí me habla de él… Sin embargo, tampoco son pruebas determinantes para probar que ese padre fue mi padre.

Claro, se me complica la historia porque lo asesinaron cuando yo tenía apenas 7 meses y nos robaron los recuerdos no vividos de momentos juntos. No empujó mi bicicleta cuando me quité las rueditas de apoyo, tampoco estuvo en el público cuando era la única niña que no seguía los pasos de la coreografía, no me ha podido reñir cuando pataleaba por algo que sabía perfectamente que no merecía, no nos han dejado reírnos del mundo juntos o imaginarnos universos con mamá.

Y a pesar de todo, hay una prueba irrefutable de su existencia. Permitidme dirigirme a él, vais a entender por qué: “estés donde estés, si estás – y si no estás te lo digo en caso de que se doble el tiempo en algún momento y te pueda llegar – Papá, te quiero ¡Felicidades en este día! La verdad no sé por qué me preocupo de si te llegará o no este mensaje ya que los dos supimos un 12 de julio que siempre te llegarían mis mensajes… Esa es la prueba de tu existencia.”

Y bueno, lo escribo para que la persona que me lea ame a su padre y le felicite este día. No deja de ser un día impuesto, cierto pero bueno, podemos usarlo para hacer el bien a nuestro alrededor, detenernos unos minutos en nuestra estresante existencia de conejitos blancos, detenernos para mirar profundamente a los ojos a nuestros padres y decirles: “te quiero”. Sé que no me creeréis, pero probadlo, no os costará nada y quien sabe… quizá podáis hacer magia.


Con esta pequeña historia, doy por inaugurada la sección "reflexiones" en V.Iták-Ora donde encontraréis mis reflexiones precisamente en un mundo cada vez menos reflexivo... No sé si os servirá de algo, a mí me apetece hacerlo y después de un año de Covid-19 creo que todos deberíamos dentro de lo posible, hacer lo que nos apetezca, nos guste o nos apasione. Nos lo merecemos. Todos.