La aparición de los hombres hace mucho, mucho tiempo

La aparición de los hombres hace mucho, mucho tiempo

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Mitos y leyendas del pueblo Inuit

Hoy me gustaría contaros un pequeño cuento de uno de los pueblos más enigmáticos de nuestro planeta: los inuit.  Descubrí esta narración de su cosmogonía gracias a un libro:Mitos y Leyendas Inuitde Knud Rasmussen, publicado por la editorial Siruela.  Se trata de una cuidada selección de las transcripciones que realizó Knud Rasmussen, un intrépido explorador del siglo XX al que cuentan que precedía su sonrisa. Knud pertenecía al pueblo inuit y dedicó su vida a recorrer gran parte del vasto Ártico para documentar y dar voz a una de las tradiciones orales más hermosas y apasionantes, a veces también descarnada, de la civilización humana. 

Este precioso libro es un viaje para conocer la cosmovisión de uno de los pueblos más ancestrales y menos conocidos de nuestro planeta. Y para empezar por el principio me gustaría contaros cómo los inuit narran ‘La aparición de los hombres hace mucho, mucho tiempo’.

La aparición de los hombres hace mucho, mucho tiempo

Nuestros antepasados hablaron pródigamente del origen del hombre y del de la Tierra hace mucho, mucho tiempo. Ellos no sabían conservar las pala­bras en líneas, como hacen los hombres blancos; las personas que vivieron antes que nosotros solamente contaban. Y contaban muchas cosas, tantas que hoy conocemos todas estas historias, que hemos oído narrar una y otra vez desde nuestra infancia. Las ancianas no hablan sin ton ni son y creemos sus palabras. En la vejez no hay mentiras.

Hace mucho, mucho tiempo, cuando aún no existía la Tierra, cayó de lo alto; tierra, montañas y piedras, de arriba, del cielo; así apareció la Tierra.

Cuando apareció la Tierra, llegaron las personas. Cuentan que brotaron de ella. Unos niños muy pequeños surgieron de la tierra; salieron entre unos arbustos de sauce, cubiertos de follaje, y quedaron entre las ramas, pataleando con los ojos cerrados; ni gatear sabían. Su alimento lo sacaban de la tierra.

Cuentan también de un hombre y de una mujer; pero… ¿cómo? Es mis­terioso. ¿Cuándo estuvieron juntos? ¿Cuándo crecieron? No lo sé. El caso es que la mujer cosió ropa de niño y echó a andar. Encontró a los pequeños, los vistió y los llevó a su casa.

Así fue como hubo muchos seres humanos.

Cuando fueron numerosos, quisieron perros. Un hombre salió con una correa de perro en la mano y empezó a patear la tierra al grito de «¡Hoc! ¡Hoc, hoc!».

En ese instante, empezaron a salir perros de montículos de tierra co­rriendo a todo correr; y se sacudieron bien, porque estaban llenos de arena. Así fue como los hombres consiguieron perros.

Pero los hombres se multiplicaron; cada vez había más. No conocían la muerte hace mucho, mucho tiempo, y vivían muchos años; tantos que al final no podían andar, se quedaban ciegos y tenían que tumbarse.

 

Tampoco conocían el sol, vivían en la oscuridad; el día jamás clareaba. Solamente había luz dentro de las casas; quemaban el agua en lámparas. En aquellos tiempos el agua ardía.

Pero los hombres, que no sabían morir, empezaron a ser tantos que colmaron la tierra; entonces el mar lo arrasó todo. Muchos se ahogaron y su número se redujo. Podemos ver huellas de esta gran inundación en las cumbres más altas, donde no es raro hallar moluscos.

Cuando ya había menos personas, dos ancianas empezaron a hablar de esta manera:

—¡Qué importa no tener día si así tampoco tenemos muerte! —decía una; se ve que eso de morirse le daba miedo.

—No —replicó la otra—, ¡queremos ambas cosas, la luz y la muerte!

Y según pronunció esas palabras, así se hizo: llegó la luz y llegó la muerte.

Cuentan que cuando murió el primer ser humano cubrieron su cuerpo con piedras. Pero el muerto regresó, se ve que no sabía muy bien en qué consistía eso de morir. Asomó la cabeza y trató de subir, pero una anciana lo devolvió a su sitio de un empujón:

—¡Ya llevamos mucho peso y nuestros trineos son muy pequeños!

Se preparaban para ir de caza, de modo que el muerto tuvo que volver a su montón de piedras.

Como los hombres ya tenían luz, podían salir a cazar y no tenían que seguir alimentándose de la tierra. Y con la muerte llegaron el sol, la luna y las estrellas.

Pues cuando alguien muere, sube al cielo y empieza a brillar.

Eso solían contar nuestros antepasados, que con sus relatos nos dieron sabiduría.

Narrado por Arnaaluk

Créditos imagen:  愚木混株 Cdd20 en Pixabay

Knud Rasmussen

Knud Rasmussen 1879 (Groenlandia)-1933 (Dinamarca). Explorador polar y antropólogo. Primer hombre en atravesar el Paso del Noroeste en trineo de perros. Realizó su primera expedición en 1902-1904, La Expedición de la Literatura, con Jørgen Brønlund, Harald Moltke y Ludvig Mylius-Erichsen, para examinar la cultura de los inuit. En 1910, estableció la estación ÚltimaThule en Groenlandia junto a Peter Freuchen. Su gran logro fue la Quinta Expedición Thule (1921-1924): atravesó junto con su equipo desde Groenlandia hasta el Pacífico para recoger la literatura oral que demostraría que el pueblo inuit es un solo pueblo.

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