Hoy os quiero hablar de Los besos de Manuel Vilas, un territorio de belleza y de luz en una época de confinamiento que convirtió nuestro mundo en un lugar sombrío, estéril, en una cárcel que enmudeció la explosión de la vida.
Un poco antes de declararse el estado de alarma, un profesor enmudece ante sus alumnos en una simbología tremenda que transcribe el destierro de las humanidades en nuestra sociedad.
Ante este hecho, Salvador se jubila dos años antes de lo previsto y se dispone a pasar el estado de alarma en un bungalow rodeado de la naturaleza de un pueblo en el que conoce a la que será su objeto de adoración: Montserrat.